FIESTA
QUE MAGNIFICA, MAGNIFICA ESTA FIESTA…
Mi esposa estaba por cumplir 40 años y como siempre con sus amigas y cuñadas bromeaban con los stripers, decidí hacerle un regalo especial: strippers como fin de festejos por su natalicio. Ella no lo podía creer y se negaba, pero la convencí de que tengo una mente lo suficientemente abierta, como para darme cuenta de que todo es un juego. Y aceptó gustosa. Invitó a sus amigas, a las cuñadas y la platea, prometía ser numerosa. Tres días después de la fiesta formal, llevé a casa algunos stripers, para ella y las chicas. Todas mis mejores intenciones estaban puestas en este festejo y por eso, acudí a una agencia especializada en el ramo. Vi fotos de muchachos musculosos –poco parecidos a los de la vida real, es decir a mí en primer lugar, a mis amigos, a mis cuñados- que seguramente serían del agrado de la platea femenina. Me decidí por Batman y Robin, el Capitán América y el Zorro. Fue un gasto, pero los superhéroes valían la pena.
Llegada la gran noche, la platea femenina estaba exultante. Luego de una picada, empanadas y pizzas con cerveza, estaban dispuestas a ver el espectáculo… Más que dispuestas ansiosas y las chicas, le reconocieron a mi esposa la calidad de marido que tenía, lo cual la puso por demás, orgullosa.
A la hora fijada, tocaron el timbre, eran los stripers. La puntualidad ya comenzaba a hablar bien. Subió el representante, le di la llave y los hizo entrar a una habitación para que se cambiaran, sin que ninguno los pudiésemos ver. Comenzó a sonar la música sensual y empezaron a salir. Los primeros, Batman y Robin, comenzaron a bailar, las chicas iban tomando temperatura. Se empezaron a tocar entre ellos y ¿?. Se siguieron tocando, se besaron y ya los gritos fueron cambiando de intenciones. ¿Qué pasa?, le pregunté al representante. ¡Huy!, me dijo, se confundieron y me mandaron los que tenían que ir a una fiesta gay. A los que tenían que venir para aquí, en este momento, se los deben estar queriendo comer. Había música, pero creo que dijo comer, no lo puedo asegurar. Las mujeres gritaron y los chabones se fueron al baño, en donde ellos por lo que se pudo escuchar, comenzaron a gritar o más bien, a gemier.
Iba mal, entonces le pedí al representante, que haga algo urgente. ¡Llamá al Capitán América!… fue anunciado y entró, haciendo movimientos sensuales. Pero ¡Oh sorpresa!, parecía escapado de un geriátrico. ¿Qué es esto?, pregunté. Y grité ¡El Capitán América de la foto tenía unos treinta años y este tiene como cien! Sí, me contestó, ¿viste que bien se conserva? Mis frases de “pero, pero, pero”, querían decir, de que no podía salir de mi asombro. “Es que la foto era de 1958, cuando tendría unos 35 años y hacía giras por todo el país –me dijo- las mujeres se le tiraban encima”. Y cuando se sacó la calza y dejó ver los pañales, las mujeres de la “platea” también se le quisieron tirar encima, menos mal que salió corriendo, porque lo mataban. El se salvó, se dieron vuelta hacia mí y me sentí intimidado, más bien amenazado. “Que salga el Zorro, que salga el Zorro”, grite. Entonces salió… el sargento García, pero más gordo. “¿Y esto?”, pregunté. “Es que al zorro lo metieron preso por cabalgar alcoholizado”, me dijo. No sabía si era en serio o en broma, igual lo quería embocar. Pero mientras el sargento trataba, infructuosamente, de sacarse los pantalones, el representante me dijo: “para compensar, traje a Bernardo”. Y entró Bernardo, a salvar las papas del fuego. A mi señora le sacó una moneda del pelo… a una de mis cuñadas un cigarrillo de la oreja… y a mi, en la trifulca, la billetera del bolsillo. Hay que reconocer que este Bernardo superó al original y por eso hay que decirlo. El verdadero, era mago. Este, además de mago, ratero.
Todo terminó de la peor manera. Los superhéroes demostraron que por lo menos, corrían rápido. Se ve que en eso estaban entrenados. El departamento, hecho un caos. Yo humillado. Las amigas y cuñadas, divertidas. Y mi esposa, hace 15 días que no me habla. Pero, hoy ya estamos un poco mejor, comenzó a putearme. Me hizo saber de que se sintió humillada y sigue pensando que fue toda una broma, para hacerla quedar mal, más bien pésimo. Yo juro y perjuro que soy inocente de todos los cargos, de que mi voluntad fue la mejor. Pero mi presupuesto para el regalo, no era el más brillante. Por las dudas, voy juntando dinero para el cumpleaños número 41, tengo bastante tiempo. Si es que para esa fecha, no me pidió que me vaya con mis amigos los superhéroes. No, nunca, menos con Batman y Robin, porque noté que me miraban con simpatía.